Había una vez un estúpido y autosuficiente cuervo que voló lejos, muy lejos mar adentro. Entonces buscó por todos lados dónde posarse para descansar, pero no había tierra. El cuervo se sentía tan cansado que apenas tenía fuerzas para sacudir sus alas. Cuando estaba a punto de hundirse, una gran ballena salió a la superficie, y el cuervo fue a parar a su boca.
Cuando caía por la garganta de la ballena, el cuervo pensaba que iba a morir. Pero entonces se encontró en una casa, una limpia y cómoda casita llena de luz y calor. Estaba hecha con material de ballena, construída y amueblada como las casas de los hombres. Sobre un lecho se sentaba una mujer joven que sostenía un reluciente farol. Le dio la bienvenida al cuervo, diciendo:
-Estás en tu casa. Pero, por favor, no toques mi farol.
El cuervo se lo prometió.
La joven parecía muy inquieta. Siempre se levantaba y salía por la puerta, y después volvía de nuevo.
-¿Qué pasa?, preguntó el cuervo.
-"Nada- dijo la joven-. Es simplemente vivir. Vivir y respirar."
El cuervo tenía curiosidad por la joven y el farol. Cuando volvió a salir de la habitación, el cuervo tocó la vela del farol. Se abrió la puerta y la joven cayó al suelo muerta. La vela del farol se apagó.
Era demasiado tarde para arrepentirse. El daño estaba hecho. La casa cálida y luminosa desapareció y el cuervo se quedó en la oscuridad, con el olor de la grasa y la sangre de la ballena. Trató de salir del vientre de la ballena, pero sólo conseguía ir en círculos, rozando y calentando más y más sus plumas, que se le caían. Las plumas se arremolinaban alrededor del cuervo hasta casi ahogarlo.
La muchacha era el alma de la ballena y salía por la puerta al exterior cuando la ballena tomaba aire. Su corazón era el farol con su llama constante. Cuando el cuervo tocó el farol, apagó la llama del corazón de la ballena. Ahora estaba muerta, y el cuervo atrapado en su vientre.
El cuervo luchó por vivir entre la sangre y la oscuridad, y por fin logró arrastrarse fuera de la boca de la ballena. Exhausto, se desplomó sobre el cadáver flotante: un cuervo desnudo, manchado de grasa y suciedad, en el lomo de una ballena muerta. Finalmente una tormenta lo condujo a tierra. La gente vió el cadáver de la ballena y salió remando en sus kayacs para traerla a tierra. El cuervo los vió venir y se convirtió en un hombre, un maltrecho y repugnante hombre pequeño que permanecía sobre una ballena muerta. El cuervo no dijo:
-"Me encontré con algo maravilloso que no pude comprender y lo destruí."
En vez de eso gritó:
-"¡He matado la ballena! ¡He matado la ballena!". Y el cuervo llegó a ser un gran hombre entre los hombres.
CUENTO de ALASKA. Esta impresionante historia muestra el respeto inuita por la belleza y la fragilidad de la vida en el severo medio ambiente ártico. Fue contada al etnólogo inuita-danés Kund Rasmussen por Pamik, un inuita de la región del río Utotok, Alaska.
Dedicado a Yolanda Sin, cuentacuentos.