"Quien acate la nada como ser sucumbirá a la herida del tiempo, inmerso en una avidez infantil de novedades-baratija que nacen ya caducas, sin perspectivas de crecer él al ritmo de sus propios años. No tiene sentido emboscarse sino para entrar en contacto con lo divino e intemporal que subyace a cada presencia; para bañarse en las fuentes originales de jovialidad y abundancia; y para saber hacer frente a la angustia que como un buitre devora nuestro hígado a pesar de todo, porque la profundidad es fugaz y aparece teñida por la sangre de tantos sacrificios evitables".